En la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus” del Papa Pío XII, leemos: “La Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, terminado el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial” y el 1 de noviembre de 1950 se proclamó el dogma de la Asunción de María.
El Papa Francisco, en 2013, señaló en torno a la Asunción que “esto no significa que esté lejos, que se separe de nosotros; María, por el contrario, nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal”.
María nos indica que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa: comunión de alegría y de paz con Dios.
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