El relato de hoy nos escandalizaría de no saberlo salido de la boca de Jesús pero así y todo cuanto menos nos desconcierta.
Se trata de un administrador que defrauda a su amo. Todo un cara dura que al ser descubierto lejos de arrepentirse, pedir disculpas y prometer que poco a poco irá devolviendo lo robado se sienta a pensar, a discurrir cómo se las arreglará para salir airoso de una situación que pinta tan mal para él. Cómo se las arreglará para mantener un nivel de vida que no le corresponde pero que ha alcanzado gracias a su hábito de meter la mano en bolsa ajena. Profesional de la corrupción, no va con él eso de ganar el pan con el sudor de su frente ni por supuesto acudir al Banco de alimentos.
Puesto a discurrir al fin se le enciende la bombilla, se le ilumina la maltrecha conciencia, ¡ya sabe lo que tiene que hacer!
¿Pedir perdón? ¿Prometer enmienda rogando a su jefe que le dé otra oportunidad manteniéndole en el puesto? ¡Nada de eso! Su orgullo no le permite tamaña humillación.
¡Se ganará amigos a costa del dinero de su amo! Amigos que agradecidos lo recibirán en su casa cuando tenga que dejar la suya.
Ni corto ni perezoso fue llamando uno a uno a todos aquellos que estaban endeudados con su amo y a toda prisa fue rompiendo o rebajando las facturas que acreditaban la deuda contraída.
Aquí viene el escándalo. Lo que a todas luces merecía repulsa y condena, resulta que es alabado y propuesto para ser ejemplo y modelo a imitar.
“El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido”
Y para mayor inri:
“Y yo os digo ganaros amigos con el dinero injusto”
Para entenderlo es preciso caer en la cuenta de que se trata de una parábola y la parábola se distingue de la analogía. En ésta se analiza cada detalle y cada detalle suele ofrecernos una enseñanza; en cambio en una parábola se busca el sentido global de todo el relato, y ese sentido encierra la enseñanza que debemos aprender haciendo caso omiso de pormenores y minucias que no tienen más significado que el de servir de apoyo y sostén para la narración.
¿La clave de hoy? interés y astucia.
El administrador infiel muestra una intensa preocupación y una gran sagacidad. Necesitas salir airoso de la situación sacando de ella provecho y el mayor beneficio
Y aquí está la enseñanza para los seguidores de Jesús:
¿De verdad nos importa el seguimiento?
¿Nos va en ello la vida?
¿Ponemos en alza los valores del reino y gestionamos con toda nuestra energía y en su favor los talentos que se nos han confiado?
La parábola tiene otras sentencias pero todas van en este mismo sentido, en esta misma dirección, realmente no podemos servir a dos señores. Si ponemos todo nuestro afán y empeño en lo material no nos quedarán ahínco ni fuerzas para lo espiritual.
No podemos ni es bueno prescindir de los bienes pero estos no han de ser nuestro amo.
“no podemos servir a Dios y al dinero”
Sor Áurea Sanjuán, OP