Celebrando la visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel a tan pocos días de haber recibido el don del Espíritu Santo en Pentecostés, no puedo sino relacionar la acción del Espíritu en María: la Encarnación del Verbo en sus entrañas, con el hecho de su maravilloso canto de alabanza y su donación hecha servicio a su prima Isabel.

Su fe se hace acogida del plan de Dios en su vida, y le permite engendrar al Hijo de Dios en sus entrañas; esta maravilla invisible a los ojos humanos, la hace estar inhabitada por la presencia de Jesucristo y la hace cada vez más dócil a la inspiración del Espíritu. El fruto de estas presencias en su vida la capacitan para proclamar las maravillas de Dios, la convierten en predicadora de buena noticia, en instrumento por el cual Dios mismo puede llegar a la vida de los demás. Son estas presencias las que la convierten en servidora fiel ante la necesidad de su anciana prima.

El servicio que nos enseña María no brota del activismo, sino que es fruto de la contemplación. Pidamos en este día, para la Iglesia y para cada uno de nosotros, la gracia de la contemplación, para poder desde ahí realizar nuestra misión en la Iglesia, en nuestras familias, en nuestras comunidades, en los lugares donde trabajamos.

 

        Sor Mª Luisa Navarro – Monasterio Stma. Trinidad- Orihuela (Alicante)

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