El día 3 de diciembre de este año 2023, primer domingo de Adviento, las vísperas en nuestro monasterio, tuvieron un especial recuerdo misionero.
Este día se celebra a San Francisco Javier, Patrón de las misiones, junto a Santa Teresa de Lisieux. En la archidiócesis de Valencia cada mes, el delegado de las misiones, otros sacerdotes, misioneros y misioneras, rezan por esta intención en uno de los 22 monasterios contemplativos de la capital y provincia. Así que, alrededor de cada 2 años tenemos la oportunidad de escuchar de viva voz la experiencia de estos hombres y mujeres que han sentido la llamada de llevar el Evangelio donde no ha sido anunciado.
La Madre Priora dio la bienvenida a todos los que vinieron a compartir las Vísperas: Todos estamos invitados a ser misioneros. El lema de este año es CORAZONES ARDIENTES. PIES EN CAMINO. Es la experiencia de los discípulos de Emaús. Al encontrarnos con Jesús y escuchar su Palabra nuestro corazón inevitablemente se siente arder y ese fuego es necesario comunicarlo a los demás…¡nos ponemos en camino! Y vamos a contárselo a los demás. ¡A todos!.
En esta ocasión solo pudo venir Don Arturo Javier García Pérez, delegado diocesano de las misiones. Compartió con la comunidad y los fieles que vinieron a nuestra iglesia, su experiencia en Burundi. Nos explicó que después de la terrible guerra fratricida ocurrida hace unos años entre los tutsis y hutus, la sociedad se va remontando a pesar de tanta precariedad. Actualmente el gobierno es más estable y los campesinos se atreven a sembrar la tierra, sin la incertidumbre de tiempos pasados, que casi era seguro que sus cosechas fueran arrasadas por la violencia de unos u otros.
La gente acoge el Evangelio y camina horas para llegar donde puedan celebrar la Eucaristía, o al menos escuchar la Palabra de Dios y recibir la comunión. La Iglesia ofrece escuelas, formación, catequesis, todo lo que puede, a través de los misioneros, de los que ayudan económicamente desde lejos, y de los que rezan. Nos contó casos de personas que aceptaron el martirio con tal de mantener y confesar la fe. También logros entrañables, como por ejemplo, enseñar el alfabeto Braille, a niños ciegos para que puedan desenvolverse lo mejor posible; y otros casos más que quizá no podríamos ni imaginar cuando el amor es el impulsor.
Entre tanta labor, los propios misioneros confiesan que son los primeros en recibir tantos dones de Dios, al darse a sí mismos a otros hermanos deseosos de recibir la luz del Evangelio.
Ante Jesús Eucaristía, que ocupa el centro de nuestro coro, los que oramos y escuchamos este testimonio sentimos ese impulso: nos ponemos en camino y vamos a contárselo a todos.
Gracias Padre Arturo, a ti y a todos los que hacéis posible que Jesús sea conocido y amado.
Monasterio de Santa Catalina de Siena
Monjas Dominicas
Paterna-Valencia