ESTAR CUERDO ES UNA LOCURA
No quiero apropiarme de una frase que no es mía, la conocí casualmente y enseguida surgió el gusanillo de la reflexión, “en un mundo de locos, estar cuerdo es una locura” es lo que sucedió a Jesús. Nos dice el Evangelio de este domingo:
“Jesús fue a casa con sus discípulos
y se juntó de nuevo tanta gente
que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo,
porque decían que no estaba en sus cabales.
También los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
—«Tiene dentro a Belcebú…”
Llegaron su madre y sus hermanos
y desde fuera lo mandaron llamar”
La familia creyendo que se le habían cruzado los cables acudió para sacarlo del lío en que se estaba metiendo y en el que se sentían involucrados.
“¿No es este el hijo del carpintero y su madre
y sus hermanos no viven entre nosotros?”
Pero Jesús al que califican de loco, ¿no será el único cuerdo en un mundo del que Mafalda quiere bajarse? Un mundo que en plena civilización del siglo XXI se sigue pretendiendo zanjar los conflictos a base de cañonazos y bombas, obligando a que miles de muchachos se maten entre sí, muchachos que en otras circunstancias podrían ser amigos y que de esta manera ven truncadas sus vidas o malogrados sus sueños. ¿Eso es lo razonable?
Un mundo que se alarma y asusta, pero no se cuestiona si tendrá algún tipo de responsabilidad en lo que causa esas situaciones de pobreza y peligrosidad tan extremas que provocan esa llegada, en cantidades ciertamente inasumibles, de otros seres humanos, que buscan poder vivir entre y como nosotros.
En este mundo tan cuerdo Jesús predica la no violencia y no la pasiva de desentenderse de los problemas sino aquella que es capaz de poner la otra mejilla cuando te sientes abofeteado. hay que ofrecer también el manto si te piden la túnica, hay que ayudar al necesitado y visitar al encarcelado. Llama feliz al que llora y al que está empobrecido porque es mejor sufrir la injusticia que ser quien la ejerce y alaba al que trabaja con estas armas por la justicia.
No es verdad aquello de “si quieres la paz haz la guerra”, como tampoco lo es el que Jesús abogue por la sumisión y la resignación. Es característica de su Reino “hacer de las lanzas podaderas”, es decir, hay que convertir los misiles en herramientas con las que trabajar por la paz y la justicia, hay que realizar una poda tan exhaustiva que erradique esa espiral de violencia que como especie invasora va llenando de odio y crispación todos nuestros espacios incluso los domésticos.
¿No percibimos hasta en nuestro pequeño ámbito demasiada crispación y hostilidad? Nuestras relaciones interpersonales ¿No están con frecuencia enturbiadas por el resquemor y el malhumor? Aquí en este microcosmos tenemos nuestra tarea, crear espacios de fraternidad y amistad, alegría y bondad, algo tan sensato que en este mundo loco resulta ser una locura.
Sor Áurea Sanjuán Miró, OP