El 30 de octubre de 2024, la tragedia golpeó muy fuerte a varios pueblos de Valencia. El agua, tan necesaria para la vida, pero esta vez, descontrolada, ha sido un vehículo de muerte, desastre y desgracia para muchas personas.

Muchas son las necesidades en todos los aspectos, físicos, materiales y espirituales, y muchas son las voces que se alzan para pedir ayuda ante tanta necesidad. Y como en tantas ocasiones, la solidaridad de la gente ha dado el primer paso. Mientras las autoridades responsables de asistir a los necesitados, se organizaban, numerosos voluntarios, armados con palos de escobas, rastrillos, cubos, botellas de agua, carretillas… y buen corazón, salían caminando de diversos puntos de Valencia y otros lugares, para ayudar a la gente que vive esta tragedia; consolarlos, quitar el barro y los trastos arrastrados por la riada. También los agricultores, con sus potentes tractores han colaborado en quitar coches atascados; restaurantes ofrecen comida gratuita. Y tantos  actos de solidaridad  que desconocemos. En el intento de levantar los ánimos hasta han cantado con emoción el Himno de Valencia.

Posiblemente los voluntarios —de todas las edades y condiciones—, no hayan podido realizar todo lo que hubieran deseado, no tenían más medios. Pero han hecho mucho, muchísimo. En medio de un cielo gris, su presencia ha sido un arco iris, una señal de esperanza. Han puesto de manifiesto que el Bien, hace salir del corazón del hombre, lo mejor de sí mismo.

El arzobispo de Valencia ha ofrecido diversas instalaciones para asistir a los damnificados. Él ha estado en medio del barro. Párrocos de diversos pueblos han activado ayudas especiales de comida, ropa y acogida. ¡Caritas, siempre activa y solícita!. Las plegarias de la Iglesia son continuas para que todos los que tanto sufren tengan paz, ayuda y fortaleza para restablecer sus vidas.

¡NO NOS OLVIDEMOS DE ELLOS!

 

Monasterio de Santa Catalina de Siena de Paterna-Valencia

Fuentes: www.lasprovincias.es www.archivalencia.org

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