Las Antífonas Mayores son 7 y se proclaman del 17 al 23 de diciembre. Aunque fueron compuestas hacia los siglos VII y VIII, ya encontramos referencias a ellas en Boecio (siglos V y VI). Podemos así decir, que las antífonas de Adviento han sido parte de la tradición litúrgica desde los primeros tiempos de la Iglesia.
Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «ven» y no tardes más”
Conocidas como Antífonas Mayores, o Antífonas O, son:
17 de diciembre: O Sapientia (Oh Sabiduría)
18 de diciembre: O Adonai (Oh Señor poderoso)
19 de diciembre: O Radix Jesse (Oh Raíz de Jesé)
20 de diciembre: O Clavis David (Oh Llave de David)
21 de diciembre: O Oriens (Oh Amanecer)
22 de diciembre: O Rex Gentium (Oh Rey de las naciones)
23 de diciembre: O Emmanuel (Oh Dios-con-nosotros )
Todas ellas cantan a Cristo, el esperado por todos los pueblos, y muestran las ansias con que la Iglesia anhela su venida. Son un compendio de la cristología más antigua de la Iglesia y expresan el deseo de salvación de toda la humanidad a lo largo del tiempo.
Estas breves oraciones dirigidas a Cristo condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre, se expresa en la exclamación “Oh”. Nos muestran la comprensión cada vez más profunda del misterio de Cristo y la súplica urgente por su venida: Ven Señor.
Si se lee cada título mesiánico en latín y se toma la primera letra, en orden inverso, es decir -Emmanuel, Rex, Oriens, Clavis, Radix, Adonai, Sapientia- tenemos el acróstico ERO CRAS, que significa “mañana vendré”.
Así Jesús, para cuya venida nos hemos ido preparando los cristianos durante todo el Adviento y a quien nos hemos ido dirigiendo con estos 7 títulos mesiánicos contesta a nuestras súplicas y cumple su promesa: “mañana vendré”.
Las Antífonas O, no solo infunden intensidad al tiempo de espera y expectación que es el Adviento, sino que nos conducen hacia su alegre fin, la venida del Señor.