Durante casi una década, el Papa Francisco hizo algo que parecía pequeño, pero que tocó el corazón de millones: cada mes, lanzó una oración al mundo. Una intención concreta. Un pedido por quienes suelen quedar fuera del foco: migrantes, víctimas de abusos, niños, mujeres, campesinos, perseguidos.

Este 21 de abril, esa voz se apagó. Pero las voces de quienes alguna vez fueron el centro de esas plegarias, hoy se levantan para decir: gracias.

Desde 2016, la Red Mundial de Oración del Papa fue el canal de este gesto silencioso pero poderoso. Con videos breves y contundentes, traducidos a 23 idiomas y vistos en más de 114 países, el mensaje mensual del Papa se convirtió en un ritual global. Más de 220 millones de visualizaciones acumuladas. Pero detrás de los números, hay historias.

Un sacerdote en la Amazonía. Una madre desplazada en África. Una joven víctima de violencia. Todos ellos se sintieron, alguna vez, vistos. Porque alguien en Roma —el Papa— pensó en ellos.

Apenas unas semanas antes de su fallecimiento, Francisco lanzó su última intención: un llamado a usar las tecnologías digitales de forma ética, para conectar, no aislar. Fue su despedida, aunque nadie lo sabía.

Este martes, la Red que dio vida a su iniciativa publicó un video-homenaje. En él, múltiples voces agradecen, recuerdan y rinden tributo a un Papa que no solo habló de compasión, sino que la practicó. “Gracias, Francisco, por tu vida y por tu testimonio”, dice el mensaje final.

Rezar puede parecer un acto pequeño. Pero cuando se hace con intención, cambia mundos.

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