BAHÍA BLANCA
A R G E N T I N A
Carta de Fray Carlos Azpiroz, OP, ex-Maestro de la Orden
Muy queridas hermanas:
El día pasa volando con reuniones y audiencias.
Deseaba escribirles este mensaje en la madrugada, pero no ha sido posible. Saben que en Argentina el fin de semana se realiza la Colecta Anual de CARITAS y eso ha requerido de reuniones, conferencia de prensa… etc.
La tarde, ciertamente, se presenta más serena en el arzobispado y antes de viajar (mañana) a una localidad para celebrar Confirmaciones, viajo también antes a través de este medio hacia cada una de sus comunidades… a sus corazones.
La memoria de estas dos monjas que respiraron los orígenes de la Orden me anima a la gratitud y a recordar tantos y tantos encuentros con ustedes. En este tiempo preñado de esperanza que abraza el VIII Centenario de la fundación de Prulla (1206 / 7), de la confirmación de la Orden (1216)… amanecemos a otros tantos y tantos aniversarios o centenarios de los pasos que dieron «los primeros», «las primeras» con fortaleza y confianza, fidelidad… amor.
Cecilia es una de las hermanas que se sumaron al sueño de Santo Domingo (acariciado también antes por Inocencio III y su sucesor Honorio III): unir comunidades dispersas de Roma, comunidades que se agotaban y no encontraban futuro. En 1221 se sumaron algunos de esos monasterios (otros no lo quisieron) para dar nacimiento a nuestro Monasterio de San Sixto en Roma (hoy de Nuestra Señora del Rosario en Montemario). Ella es la que nos recuerda que las monjas no tenían otro maestro en las cosas de la Orden que el mismo Santo Domingo.
Diana conoció en 1219 a Santo Domingo prometiéndole abrazar la vida religiosa; así pertenece a la historia naciente del monasterio de Santa Inés de Bolonia (hoy ya suprimido), y tejió una bellísima amistad con el Beato Jordán, como sus mutuas cartas lo reflejan… Soy testigo -en pleno tercer milenio- de la riqueza de esta sororidad / fraternidad… que se hace amistad desde la profundidad de la comprensión y vivencia de la Caridad…
Historias vocacionales distintas -únicas- y al mismo tiempo tan cercanas -análogas-. Así actúa el Espíritu Santo. Así lo fecunda en concreciones sorprendentes también el carisma de Nuestro Padre Santo Domingo dando luz, dando fuerza a la libertad y dotes personales sin uniformar, sin frágiles modelos de fotocopia o producto de clonaciones, «fecundaciones in vitro» o modelos simplemente «homogeneizados»…
Ellas son algo así como «las primeras»… Desde ellas hasta la Beata Sor Josefina Sauleda Paulís (primera monja mártir reconocida como Beata por la Iglesia) hay historias verdaderas, buenas, bellas, únicas… ¡santas! de muchas mujeres que han seguido este ideal cuyo silencio nos grita el Evangelio; cuyo clamor evangélico nos susurra el silencio al oído del corazón.
Entre memoria y profecía vamos andando no más. En tiempos nuevos buscamos ser vino nuevo en odres nuevos… que contengan sin romperse la alegría del Evangelio, la alegría del Amor, la alabanza al Señor…
Gracias por recordarnos estas cosas (recordar es volver a poner en el corazón) y animarnos a ser sal y luz.
También las recuerdo, presentándolas al Señor… (suplicándoles por favor su intercesión ante el Buen Pastor). Feliz Solemnidad de la Santísima Trinidad. Muchas cosas, historias, aniversarios, centenarios, comunidades, monasterios y conventos pasarán, pero la Trinidad no pasará jamás.
María Santísima las cuide como cuidó siempre a su Hijo.
fraternalmente en Santo Domingo y las Beatas Diana y Cecilia
+Fray Carlos Alfonso OP
Arzobispado de Bahía Blanca