La memoria agradecida de nuestra familia federal, nos recuerda que hoy es el 52 aniversario de la llegada de las primeras monjas españolas al Monasterio de Santa Catalina de Buenos Aires y de la acogida de las hermanas que vivían allí. Una historia llena de gestos hermosos de confianza en Dios y en la experiencia de que en sus manos amorosas la vida entregada da mucho fruto. La gavilla es una buena figura de nuestra unión y fraternidad que suma potencialidades y allana dificultades, que está lista para dar lo mejor de sí.
Tenemos una Madre que desde siempre nos ha acompañado en esta historia federal, en Ella vislumbramos el camino místico de toda vida consagrada, de Ella aprendemos a convertir nuestro corazón en lugar de adoración, donde se guarda la Palabra escuchada y contemplada y capaz de romper nuestros pobres límites y seguir las invitaciones del Espíritu del Señor. Demos gracias por tantas hermanas y hermanos que han sembrado sus vidas para que nosotras y muchos podamos ver la espiga repleta de fecundidad.