Llega el Jueves Santo y con él la primera luna llena de la primavera o del mes de Nissan, mes de los judíos, una luna conocida como Luna de Parasceve, que viene a significar preparación. En la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no los descubrieran los soldados del faraón. Desde entonces los judíos celebraban este acontecimiento cada año, es la Pascua judía, que siempre concuerda con noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de la esclavitud de Egipto pasando por el Mar Rojo. Podemos estar seguros por lo tanto, que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con sus discípulos en la “Última Cena”, era noche de luna llena.
La Pascua era considerada como la gran fiesta de la libertad, la unidad y la vocación del pueblo elegido, que se viene celebrando desde hace 3.000 años en el plenilunio de primavera. Según el judaísmo, los hebreos deben renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisán, que empieza con la primera luna nueva de primavera: es decir, el primer plenilunio de primavera, con independencia del día de la semana.
Pero cada año surge la misma pregunta. ¿Por qué la Semana Santa tiene fecha variable? La fecha en que se fija la celebración de la Semana Santa depende del cálculo de una fórmula establecida por el emperador romano Constantino el Grande, en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 d.C., por el cual se decidió que la Pascua de Resurrección se celebrase el domingo después de la primera luna llena que siguiera al equinoccio de primavera, que siempre entra el 21 de marzo.
Este es el motivo por el que cada año se repite el ritual de contar con luna llena en Semana Santa. La respuesta está precisamente en el fundamento de la gran fiesta cristiana que se celebra: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que según las Escrituras ocurrió durante la Pascua judía. El calendario judío era lunar y el musulmán todavía lo es, y el problema del cambio de fechas tiene que ver con nuestro calendario actual, que es solar. La Iglesia Católica quiso ya desde un principio, conmemorar la muerte de Jesús el mismo día que lo relatan los evangelios. Como en aquél tiempo, los judíos igual que ahora se servían del calendario lunar, la Iglesia ha sido fiel al calendario lunar en cuanto a las celebraciones litúrgicas de la Pascua cristiana. Las fechas de la Semana Santa se marcan a través del Viernes Santo, que siempre debe ser el primero posterior a la primera luna llena después del equinoccio de primavera.
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente y teniendo en cuenta los cálculos lunares, habrá que puntualizar que la Semana Santa nunca será antes del 21 de marzo ni después del 23 de abril. Desde los orígenes de la humanidad la luna está en el origen de los calendarios. El Domingo de Pascua es la piedra angular de todo el calendario litúrgico cristiano.
Equinoccio
Es el momento en que el Sol, a lo largo de su movimiento aparente anual, atraviesa el plano del ecuador celeste.
Esto sucede dos veces al año: el 21 de marzo, Equinoccio de primavera y el 23 de septiembre, Equinoccio de otoño en el hemisferio Norte y a la inversa en el Sur. En estas dos fechas, la duración del día es igual al de la noche para todos los lugares de la Tierra.
La palabra “equinoccio” proviene del latín y nos indica que la noche dura la misma cantidad de horas que el día, o sea exactamente 12 horas y 12 horas.
Sucede que ello no ocurre todos los días, sino solamente dos veces al año. Además, sucede que sólo en estos dos días, los equinoccios, el Sol sale exactamente por el Este y se pone exactamente por el Oeste, cosa que no ocurre en ningún otro día del año.