VER PARA CREER
A Tomás, el protagonista de hoy, podemos imaginarlo deambulando cabizbajo y sombrío, a solas con sus pensamientos y su frustración. Perdida toda esperanza.
Entre sus amigos había cundido la alarma, el desasosiego y cierta euforia, se decía que estaba vivo, que unas mujeres lo habían visto pero él nunca creyó en tales majaderías, el había visto y tocado la enorme losa que cerraba el sepulcro.
Tomás, como tantos hoy, quería ver y tocar. Ver para creer, la única experiencia válida, todo lo demás ilusiones vanas, deseos insatisfechos proyección de ambiciones imposibles. De todo lo demás no se puede hablar y quizá por eso es mejor callar 1.
Tomás se había apartado del acobardado y a la vez crédulo grupo por eso no estaba cuando apareció Jesús, les ofreció su paz y como identificación les mostró las señales de haber sido crucificado por eso negó lo que tan evidente tenían sus compañeros y que tanto se habían alegrado, decían, al ver al Señor Sólo creería si metiese la mano en la llaga del costado de Cristo. Pero la misericordia de Jesús no entiende de condicionales y aceptó el reto.
Y Jesús apareció en medio de la comunidad y esta vez sí estaba Tomás. La comunidad es el lugar privilegiado para el encuentro con Jesús. Y la duda la condición que lo favorece puesto que excluye la credulidad superficial y la conformidad rutinaria. En solitario la fe decrece falta del apoyo de los otros creyentes, es aquello de Sta. Teresa, “Es menester hacernos espaldas unos a otros” 2
El escepticismo de Tomás fue el resquicio por el que se coló Jesús, un misericordioso Jesús capaz de entrar aunque las puertas estén cerradas. Aunque el miedo y la cobardía nos estén paralizando. Aunque el escepticismo y la incredulidad le obstaculicen el paso.
La cerrazón de Tomás nos valió el mejor elogio “dichosos los que crean sin haber visto” y la más sublime confesión de fe «Señor mío y Dios mí»
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1 Wittgestain: «De lo que no se puede hablar hay que callar»
2 «Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven, para ir adelante» Libro de la vida.Cap.7