El 8 de febrero, se celebra la Jornada Mundial de Oración Reflexión contra la Trata de Personas, convocada hace cuatro años por el papa Francisco en el día que se celebra la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que de niña vivió la dramática experiencia de ser víctima de la trata y de la esclavitud.

 

 

“Aliento a cuantos están comprometidos a ayudar a hombres, mujeres y niños esclavizados, explotados y abusados como instrumentos de trabajo o placer, y a menudo torturados y mutilados. Deseo que cuantos tienen responsabilidades de gobierno tomen decisiones para remover las causas de esta vergonzosa plaga, plaga indigna de una sociedad civil. Que cada uno de nosotros se sienta comprometido a ser portavoz de estos hermanos y hermanas nuestros, humillados en su dignidad. Invoquemos todos juntos …”

                                               Francisco, 2015

Este año el lema es: Emigrar sin trata. Sí a la libertad, no a la esclavitud. Un lema con el que llamar la atención sobre la situación actual, que ofrece cifras escalofriantes de personas que emigran de sus países de origen y terminan siendo víctimas de la trata.

Para saber más……

¿EN QUÉ CONSISTE ESTE TRÁFICO?

Una definición internacionalmente aceptada, se encuentra en el Protocolo de la ONU para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente de mujeres y niños, que complementa la Convención de la Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional, que dice así:

Tráfico de personas significa reclutar, trasladar, desplazar, ocultar o recibir personas, por medio de amenazas, uso de la fuerza u otras formas de coacción, secuestro, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, así como el acto de dar o recibir cualquier tipo de retribución o beneficios con el fin de conseguir el consentimiento de una persona que tenga dominio sobre otra, con el propósito de ejercer una explotación.


Esa explotación incluye, como mínimo, la explotación de la prostitución de otras personas u otra forma de explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o las prácticas similares a la esclavitud, servidumbre y extirpación de órganos;
el consentimiento de la víctima del tráfico de personas a la pretendida explotación, tal como se expresa en el segundo párrafo (1) de este artículo, carece de importancia siempre que cualquiera de los medios establecidos en el segundo párrafo (1) hayan sido utilizados.

El reclutar, trasladar, transportar, esconder o recibir a un niño con el propósito para su explotación será considerado come «tráfico de personas», aún en el caso de que este no implique ninguno de los medios expuestos en el segundo párrafo (1) de este artículo.

Se entiende por «niño» cualquier persona menor de 18 años.

Janice G. Raymond ha identificado algunos de los aspectos más importantes, que aparecen en el Protocolo, del modo siguiente:

Existe desde ahora una definición internacionalmente aceptada (de tráfico), y unos mecanismos de persecución, protección y prevención, sobre los cuales deben basarse las legislaciones nacionales contra el tráfico, y que pueden servir de base para armonizar las leyes de los diferentes países.
Las personas víctimas del tráfico, especialmente las mujeres que están en la prostitución y los niños «trabajadores», ya no volverán a ser consideradas come delincuentes, sino como víctimas de un delito.


Todas las víctimas del tráfico están protegidas por este Protocolo, y no sólo aquellas que pueden probar que han sido forzadas (Art. 3a y b).


La definición garantiza que la víctima no necesita demonstrar su inocencia. El consentimiento de la víctima del tráfico carece de importancia (Art. 3b).

La definición contempla un número muy amplio de los hechos delictivos empleados, habitualmente para el tráfico, e incluye no sólo el uso de la fuerza, la coacción, el rapto, el engaño o el abuso de poder, sino que también otros medios menos explícitos como el abuso de una situación de vulnerabilidad de la víctima (Art. 3).

La explotación de la prostitución y el tráfico no pueden tratarse por separado. El Protocolo reconoce que una gran parte del tráfico tiene, como objetivo, la prostitución y otras formas de abuso sexual (Art. 3a).

No es necesario que la víctima tenga que salir de sus fronteras. Por ello, las mujeres y los niños/as con los que se trafica, dentro de sus propios países, para la prostitución o para los trabajos forzados, quedan, también, bajo la protección prevista en el artículo 3 de la Convención. Un elemento clave en todo el proceso del tráfico es la finalidad de explotación, mucho más que el hecho de atravesar una frontera (Art. 3a).

Este Protocolo es el primer instrumento de Naciones Unidas que tiene en cuenta el fenómeno de ‘demanda social’, que está en la raíz del tráfico de mujeres y niños, y urge a los países a adoptar medidas más severas, tendentes a desalentar esta demanda, que favorece todas las formas de explotación de mujeres y niños/as (Art. 9.5).

 

LA INMENSIDAD DEL PROBLEMA

¿Con quiénes se trafica?

Las mujeres y los niños son el principal objetivo de este tráfico, sobre todo por su marginación, por su falta de recursos materiales y porque pertenecen, en mayor número, a los sectores sociales que son «invisibles». También son víctimas potenciales aquellas personas que proceden de familias empobrecidas y con pequeños ingresos en las zonas rurales y urbanas marginadas, especialmente las mujeres que se dedican a la agricultura a pequeña escala, la venta ambulante, las jornaleras, limpiadoras y otros trabajos y servicios no cualificados.

Los miembros de minorías étnicas, de poblaciones indígenas, de tribus aisladas, los refugiados y emigrantes ilegales.

Las personas con bajo nivel de cultura, poca escolarización o muy elemental, analfabetos.
Las jóvenes que se han escapado de casa, o aquellas cuyas familias esperan que la hija les ayude económicamente son, con frecuencia, un objetivo fácil para los traficantes.
Quienes no conocen sus derechos o que no tienen conciencia de vivir una situación de explotación, y que carecen, también, de la posibilidad de solucionar sus problemas.
Las mujeres y los niños de todas las edades, desde los bebés de poco meses, hasta mujeres de más de setenta años.

 

¿Qué pretende este tráfico?

Existe una gama muy amplia de objetivos: un gran porcentaje corresponde a la prostitución y a la industria del espectáculo; pero, también se pueden citar las industrias ilegales o de economía sumergida; la adopción de niños; el trasplante de órganos; los matrimonios por coacción; el servicio doméstico; ciertos trabajos duros, coma la construcción; el tráfico de drogas; la mendicidad; otras formas de explotación por el trabajo.

¿Expectativas?

Tener mayores ingresos; mejorar la situación económica; ayudar a los padres y familiares que viven en las aldeas; escapar a situaciones conflictivas.

Ambiente de Trabajo:

Las condiciones físicas son deplorables, con frecuencia están muy por debajo de los niveles aceptables; las condiciones de trabajo y el trato físico corresponden a unos niveles de verdadera esclavitud; generalmente, viven en un aislamiento y reclusión forzada; tienen unos horarios de trabajo, muy prolongados, poco descanso o tiempo de relax; salarios muy bajos, si tienen algún salario; muchas veces, desconocen cuáles son sus verdaderos ingresos, porque los traficantes o patronos se los retienen; no tienen posibilidades de pagar sus deudas con los traficantes, los patronos, los dueños de los burdeles y, además, tampoco conocen los términos de esta deuda; están sometidas a trabajos peligrosos, tienen un mínimo acceso a los servicios médicos, el maltrato físico y los abusos sexuales son continuos.

Efectos destructivos sobre las mujeres y los niños/as (a corto y a largo plazo):

Salud: las mujeres y las niñas se exponen a frecuentes embarazos, mortalidad maternal, enfermedades de transmisión sexual y HIV/SIDA.

Drogas y otras adicciones: unidas al deterioro físico y mental.

Bienestar emocional amenazado: temor constante a la detención; aislamiento; falta de vida de familia y de sistemas de ayuda social; humillaciones y maltrato, que les provocan graves trastornos emocionales y psicológicos.

Amenazas a la integridad física: por parte de traficantes sin escrúpulos, policías, servicios de aduanas, patronos y otras personas.

El peso de la ley: en forma de detención, juicios en los tribunales, deportación forzosa.
Absoluta dependencia económica: tienen que pagar a los traficantes lo que les piden por el viaje y la documentación.


LAS CAUSAS DE ESTE TRÁFICO

Analizando los aspectos de oferta y demanda, que favorecen el aumento del tráfico, podremos descubrir algunas de las causas de este fenómeno.

Tales causas podrán después clasificarse, teniendo en cuenta los diferentes factores de la vida económica, sociocultural y política.

 

ASPECTO ‘OFERTA’

Factores socioculturales

El analfabetismo y la falta de igualdad de oportunidades en la formación y en el empleo, así como la ausencia de una adecuada perspectiva de género (masculino/femenino) en la educación.
El patriarcado, causa fundamental de la discriminación que sufren las mujeres y las niñas.
El deterioro de los valores tradicionales de la familia y la búsqueda del consumismo favorece la venta de las mujeres y los/as niños/as.


Discriminación racial, racismo y la intolerancia que se deriva de estas actitudes, hacen que las mujeres de esos grupos discriminados sean más vulnerables al tráfico.

Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías que, por la publicidad y comercialización del sexo, presentan el cuerpo femenino come puro objeto de satisfacción sexual.

Factores económicos

Desigualdades económicas dentro de los países y entre países y regiones, que son la cause fundamental del aumento en el tráfico de mujeres.


Feminización de la pobreza: las mujeres constituyen el 70% de los pobres del mundo y deben mantener a sus familias mediante trabajos precarios en el sector de la economía sumergida.
Globalización y su impacto diferencial sobre las mujeres, a través de la reconversión y transición económicas con sus recortes en los gastos sociales, que les afectan especialmente.

Liberalismo económico que disminuye los controles, abre las fronteras entre países y facilita la circulación de las poblaciones y la emigración ilegal.

Beneficios económicos que convierten este tráfico en un negocio sumamente lucrativo, ya que las mujeres son vendidas y revendidas varias veces. Por otra parte, es una actividad que implica un menor riesgo de ser descubierto, lo que atrae a los sindicatos del crimen.
Caída de los regímenes comunistas en la Europa central y Europa del Este con las consiguientes dificultades que conlleva una economía en transición.

 

Factores políticos

Feminización de la emigración internacional, a medida que las mujeres entran en el mercado laboral en el que existe una falta de regulación laboral para los emigrantes, lo que proporciona mayores oportunidades y canales para el tráfico.

Conflictos civiles y militares que obligan a la gente a huir de sus países. De los 25 millones de refugiados que hay en el mundo, un 80% son mujeres y niños/as. Se convierten en una presa fácil en manos de los traficantes.

Aumento del crimen internacional junto con la expansión de las redes de narcotraficantes, que actúan como mecanismos que favorecen otras formas de explotación.

Debilidad de los sistemas de aplicación de la ley y de otras medidas para sancionar a los culpables.Corrupción en la policía, agentes de la ley, fuerzas de paz, funcionarios públicos.

 

ASPECTO ‘DEMANDA’

Factores socioculturales

Las actitudes machistas y la manera de percibir a la mujer en la sociedad, así como la inferioridad de su situación socioeconómica.


La pornografía cuya influencia provoca una demanda de sexo cada vez mayor. Va unida a la mayor facilidad de acceso a Internet, que es, a la vez el vehículo de difusión y el medio que permite a los traficantes convertir a las mujeres y niños/as en producto de mercado.
El patriarcado, cuya consecuencia es la desigualdad en las relaciones entr hombres y mujeres, y la discriminación de la mujer.

El consumismo, con la consiguiente ‘cosificación’ y comercialización del sexo, de manera que el cuerpo de la mujer se convierta en producto de consumo y objeto de placer sexual.

Factores económicos

La gran demanda que existe en el mercado laboral de mano de obra barata y no cualificada. El trabajo de las mujeres se sitúa, normalmente, en las esferas menos cualificadas del trabajo doméstico y del entretenimiento, así como en la economía sumergida.
La expansión comercial de la industria del sexo y la demanda de sexo, que es cada vez mayor. Las mujeres y los niños/as son comercializados de formas diversas prostitución, tráfico sexual, turismo sexual, ‘esposas a la carta’, clubs de ‘striptease’, bares de ‘topless’ y otras más. El aumento en la explotación sexual de los niños/as se debe, sobre todo, a que los clientes masculinos prefieren las mujeres y niñas más jóvenes por miedo a contraer enfermedades e infecciones, especialmente el SIDA.


El desarrollo de políticas nacionales de promoción del turismo y de formas de desarrollo económico y social que dependen de trabajadores emigrantes con carácter temporal.

Factores políticos

Las bases militares, tanto en el pasado como en el presente, han creado una gran infraestructura de prostitución.
Relaciones políticas y económicas desiguales y de explotación, dictadas por los países del Norte y que provocan un deterioro de las condiciones de vida en los países del Sur.
Políticas restrictivas para la emigración, con la consiguiente disminución de posibilidades de una emigración regular y legal.


Comercio de armas y aumento de conflictos armados dentro de los países y entre diferentes países, que favorecen la existencia de más personas desplazadas y refugiadas, susceptibles de caer en manos de los traficantes.

Debilidad de los sistemas de aplicación de la ley y de otras medidas para sancionar a los culpables.

 

Origen Texto   https://www.talithakum.info/es

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