YO, MI, ME, CONMIGO, MIO

La historia se remonta a veinte siglos atrás, ya entonces se daban   conflictos a causa de las herencias. Hermanos que riñen de por vida porque consideran injusto un reparto de lo poco o mucho que les legaron sus padres. Jesús corta por lo sano “¿quién me ha nombrado juez?” y a continuación nos cuenta una historia, una ficción que ilustra lo que pasa en el corazón humano cuando en el reina la codicia, mi cosecha, mis ganancias, mi dinero, ampliaré mis almacenes, aseguraré mis inversiones. Me tumbaré, me daré buena vida, conmigo están mis riquezas. Yo mi me conmigo y todo es mío. ni un solo nuestro ni un solo nosotros. El egoísmo, la codicia han embotado su mente y su corazón. La riqueza el valor supremo por encima de la fraternidad. No importa que ya no pueda hablarme con mi hermano, que otros no puedan cubrir sus necesidades más básicas. Es mío, tengo derecho, me lo he ganado cada cual que aguante su vela y mientras crece la riqueza crecen las necesidades. En el horizonte del codicioso no hay otro valor que el acumular, desconoce el gozo del compartir.

NECIO le dice el Señor, todas tus riquezas no bastarán para defender tu vida, contigo bajarán a la fosa el poder y la gloría… los honores que te rindieron a causa de tu riqueza, pero tu dinero será para otro. Eso sí, quizá tengas un suntuoso mausoleo.

El reproche no va contra un dinero que todos necesitamos sino contra la escala de valores que lo coloca en el escalón superior por encima de todo lo demás y de todos los demás.

¿Qué tal manejas los pronombres personales y posesivos? ¿Sólo en primera persona del singular?¡Atrévete con el plural! Serás feliz.

Sor Áurea Sanjuán

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