El Evangelio nos describe la situación cotidiana de la gente de entonces que es la misma que de la gente de hoy.
Hoy también comemos, bebemos tomamos decisiones mas o menos importantes hasta que de pronto algo puede sacudir nuestra modorra o extorsionar nuestros proyectos. No sabemos el día ni la hora. El ladrón, la muerte, la enfermedad nos asaltan de improviso. Tenemos una vaga idea de que algo de eso puede suceder, pero como no sabemos ni el día ni la hora lo dejamos para largo o para otros.
Si sucede ¿pensaremos que de haber sabido con antelación el cómo y el cuándo habríamos actuado, decidido, vivido de otra manera? Esa es la advertencia que nos transmite y nos hace reflexionar el fragmento de hoy: VIVE DE TAL MODO QUE SUCEDA LO QUE SUCEDA NO QUERRÍAS HABER VIVIDO DE OTRA MANERA.
Es una llamada a la vigilancia a la plena consciencia, es la llamada a valorar nuestras tareas cotidiana ya sean arar en el campo cocinar, trabajar fuera de casa o -como se decía antes- dedicarnos a » sus labores” porque en esos quehaceres puede sorprendernos el Señor.
La vigilancia, el estar alerta tiene un enemigo la inconsciencia, la rutina, las costumbres de las que demasiadas veces hacemos ley arruinando así las nuevas posibilidades que pudieran surgir y es que vigilar no es solamente cerrar puertas sino también abrirlas para no dejar pasar de largo y acoger la novedad, los signos de los tiempos que nos pueden dar nueva vida
A veces me identifico con lo que pienso y siento sin caer en la cuenta y diferenciar lo que soy de. todo lo que me influye. Yo no soy mi pensamiento. Yo no soy mi sentimiento.
Con otra formación, con otras lecturas, con otro ambiente pensamiento y sentimiento serian míos, pero quizá distintos. Es aquello de «yo soy yo y mjs circunstancias»,
Hay que permanecer en vela cuidando y defendiendo nuestra propia casa entendiendo por ella no las cuatro paredes de nuestra vivienda sino la de nuestro propio ser.
Ahí, en ese fondo es donde habita Aquel que esperamos pero que ya está.
Primer domingo de Adviento, espera consciente, atentos y vigilantes no sólo para rechazar lo que nos destruye sino también para acoger lo que construye
Sor Áurea