«SILENCIO HEROICO» es el título de su biografía, escrita por el P. Lorenzo Galmés, OP. Y realmente no se pudo encontrar otro más adecuado.
La brevedad de esta reseña no permite descender a detalles, que se pueden leer en el libro citado. Se trata de una muchacha catalana, nacida en una familia numerosa, de sanos principios, pobre de recursos, pero hondamente cristiana.
Carmen -que este era su nombre de bautismo- siempre se mostró inclinada a la piedad, espíritu profundamente religioso, tierra bien abonada para que floreciera la vocación. Y quiso ser contemplativa. Deseo que llevó a cabo en el Monasterio de dominicas de Santa Clara de Vic, el 14 de abril de 1941, cuando sólo tenía 20 años.
En el postulantado y noviciado se mostró laboriosa, alegre, risueña. Nos hablan quienes convivieron con ella de su risa sonora, llena de gracia y espontaneidad. A la vez tenía tendencia al silencio y se sintió fuertemente atraída por el Misterio Trinitario, después de leer las obras de Sor Isabel de la Trinidad, o.c. Su tiempo de formación transcurrió con normalidad, según los modos y costumbres de aquellos años.
Pronto comenzó a sentirse enferma, pero no cambió su talante sereno y alegre. Y aquí empezó el calvario de nuestra Sor Mª Lourdes. Los médicos no acertaron jamás… los superiores daban crédito a los médicos-…El resultado fue una incomprensión total hasta el último día de su vida…
Su postura: abandono total en las manos de Dios, obediencia a las mediaciones… estas le proporcionaron un sufrimiento atroz, que padeció en un silencio heroico, consciente plenamente de que no era comprendida y sí juzgada…
Casi moribunda tuvo que escuchar al médico esta afirmación durísima: “Vd. Se ha suicidado…” Y es que no “quería”-traduzcamos…no podía comer…¡Tenía un cáncer de estómago…!
Murió el 28 de diciembre de 1952… Había nacido el 29 de octubre de1920… Había cumplido 32 años.
Entonces comenzó su silencio a gritar que habían tenido una santa muy cerca… y no se habían dado cuenta. Ya era tarde para aliviarla. Ya no lo necesitaba, porque acababa de irrumpir en la VIDA, “donde no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque el primer mundo ha pasado “(Ap 21)