Ana de los Ángeles Monteagudo nació en Arequipa (Perú) el 26 de julio de 1602. Sus padres fueron el español Sebastián Monteagudo de la Jara y la arequepeña Francisca Ponce de León; ellos confiaron la educación de su hija al Monasterio dominicano de Santa Catalina, donde estuvo desde los tres años hasta los catorce. En 1618 con una fuerte oposición de sus padres ingresó en el monasterio y empezó el noviciado.
Se la llamó dichosa por la ilustre ascendencia de su padre, de la muy noble familia de los Monteagudo, pero más dichosa por su estado de religiosa y de monja.
En sor Ana de los Ángeles se admira sobre todo a una cristiana ejemplar, una contemplativa, una monja dominica del Monasterio de Santa Catalina, que realizó en su vida el programa dominicano de la luz, de la verdad, del amor y de la vida.
Fue maestra espiritual y fiel ejecutora de las normas de la Iglesia, que urgían la reforma de los monasterios. Supo acoger a todos los que dependían de ella, encaminándolos por los senderos del perdón y de la vida de la gracia. Ayudó con su oración y su consejo, a obispos y sacerdotes, y acompañó con su plegaria, a los caminantes y peregrinos que acudían a ella.
Murió el 10 de enero de 1686, después de diez años de enfermedad paralizante, en una dolorosa identificación con el misterio de Cristo crucificado y se quedó ciega los últimos años, que empleó en amar y bendecir al Señor como sucedió con Isaac, que por voluntad de Dios quedó ciego para dedicarse a bendecir a Dios y a sus hijos
Fue beatificada por Juan Pablo II, en su viaje al Perú, el 2 de febrero de 1985.