JESÚS NO ESTÁ A LA PUERTA,

ES LA PUERTA

El aprisco, el rebaño, el pastor son imágenes que nos quedan un poco lejos. Hoy el evangelista para decirnos quién es Jesús utilizaría otras: WhatsApp, Instagram, Twitter, pero con unas o con otras el mensaje es el mismo Jesús está y Jesús interactúa con nosotros.

Ahora lo que queda desdibujado y sin fuerza es la idea de un Dios lejano y juez  severo, Jesús nos lo acerca, es su Padre y Padre nuestro. Es semejante a él: “quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. Nuestro Dios en Jesús tiene rostro humano y tiene corazón

Es como el pastor que convive con las ovejas y conoce a cada una por su nombre.

Recordemos aquella mujer que el primer día de la semana, cuando amorosa buscaba un cuerpo muerto, escuchó un vivo y también amoroso: “María”

A su vez, las ovejas conocen a su Pastor al que aman y en quien confían. Distinguen su voz de entre el vocerío de extraños que asaltan el aprisco para robar y hacerles daño.

Es como la puerta, aquella que cerrada protege y abriga y que abierta es sinónimo de libertad. Por ella las ovejas «entrarán y saldrán y encontrarán pasto». La puerta, su puerta, les da sentido de pertenencia y seguridad.

Confiada   con su buen pastor, cada una se siente guardada, protegida y libre.

Jesús no está a la puerta, Jesús es la puerta. Salir y entrar del aprisco, sentirse segura y liberada, sentirse en casa es vivir y convivir con aquel, que ella, la oveja, conoce bien y se siente a su abrigo y cobijo.

Dejando las imágenes casi arcaicas y pasando a las de nuestro mundo o nuestra época, ¿somos capaces de distinguir la voz de Jesús de entre las extrañas que nos gritan quizá también utilizando nuestro nombre, un nombre robado de una de esas bases de datos que se ofertan a nuestras espaldas?

¿Pueden nuestras puertas con sofisticados cerrojos de seguridad suplir la imagen y el significado de aquella a la que se refiere el evangelio, la propia del aprisco y que no era más que una muy estrecha apertura por la que  se podía pasar solo de uno en uno y en la que, la figura de un cuidador  se interponía en el hueco para  impedir el paso a los extraños?

Con imágenes sacadas de nuestro entorno quizá el mensaje nos resultaría más claro pero seguro que no tan bello. Lo que importa no son las imágenes sino la enseñanza que encierran.

El evangelio de hoy nos repite no tengas miedo confía en mi. Conmigo nada malo te sucederá yo se quien eres como te llamas y sé que eres mía. Solo quiero que diferencies mi voz de entre el griterío, que percibas en mi y de mi el abrigo, la seguridad y la libertad que da la puerta. Esa puerta que soy yo. No tengas miedo

 Sor Áurea

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