DOMINGO DE RAMOS
Hoy otorgamos un cierto protagonismo bíblico al pollino un animal doméstico en peligro de extinción. No es la primera vez que ocurre, de otro relato bíblico que ahora no viene al caso, proviene la sentencia popular: “Habló la burra de Balaán”, y un salmo que acompaña nuestra oración dice: “Como un jumento estoy ante ti Señor”, y eso que al burro, ahora sin eufemismos, se le deprecia resultando un insulto humillante si con ese término se nos califica. Sin embargo de él tenemos algo que aprender.
No olvidemos que la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén que conmemoramos el domingo de ramos, lo fue sobre la sencillez y la humidad de uno de estos animales y que la exaltación y las aclamaciones dieron rápido paso a los gritos de una chusma enardecida pidiendo pena de muerte para aquel a quien por la mañana habían aclamado. No es el lujo, la ostentación ni el triunfo lo que nos avala como mensajeros de Dios sino la sencillez, la misericordia, la bondad, la disponibilidad para el servicio como la del humilde borrico.
“Desatadlo el Señor lo necesita”. El Señor nos necesita despojados de oropeles y baratijas, de ostentosas apariencias. Él mira al corazón y lo quiere como el suyo “manso y humilde”, libre, “desatadlo”. Deshagamos nudos, desatémonos de todo aquello que entorpece el seguimiento de Jesús, de todo aquello que oscurece el testimonio.
Con la fiesta de hoy entramos en la gran semana, la semana santa. Semana que tradicionalmente llevaba una fuerte carga de espiritualidad. Toda la actividad social estaba marcada por ella. Hoy hablar de semana santa es hablar de vacaciones, de viajes y como mucho de turismo religioso. Hemos cambiado y lo hemos hecho para bien y para mal. Para bien si el folklore superficial, la sensiblería sin profundidad religiosa dan paso a una devoción lúcida y sincera, que no está reñida con las manifestaciones conmovedoras que inundan nuestras calles pero sí con la ostentación vana, vacía de sentido. Para mal porque la pérdida de valores religiosos, si son aumenticos no es una buena noticia.
Es preciso cribar y filtrar para quitar caretas y desvelar devociones que falsean, encubren y desprestigian las autenticas.
Es preciso, es necesario, pero no lo exijamos «a la gente», comencemos por nosotras mismas, por cada una. Que nuestras celebraciones lo sean en espíritu y en verdad.