LOS CRISTOS DE HOY
DOMINGO DE RAMOS. Comienza el día con cantos de triunfo. El jolgorio llena las calles de Jerusalén y hoy llena las nuestras. El domingo de ramos es un día festivo que termina con la amargura de la pasión.
Frente a Jesús las dos caretas del hombre, por la mañana la máscara alegre y triunfante, aduladora, la que lo aclama como rey por la tarde la violenta y cruel que pide a gritos su crucifixión.
No podemos olvidar ni dejar de lado aquel presagio que arrancó lágrimas de los ojos de Jesús:
«Jerusalén Jerusalén que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados
¡¡Cuántas veces quise cobijar a tus hijos como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas y no quisiste!» Mt .23,37
El motivo, ayer fue Jerusalén díscola y como veleta a merced de cualquier viento, que cambia, sin apenas mediar tiempo el “hosanna” por el “crucifícale”
Hoy somos nosotros, que vestimos de luto nuestros sentimientos por la muerte de Jesús a manos de los judíos y de indiferencia ante la muerte metafórica o real, de tantos hermanos nuestros en los que Jesús expresamente se identifica «tuve hambre, tuve sed estuve desnudo, prisionero…»(Cfr.Mt 25)
Hoy también resuenan junto a las marchas fúnebres de las procesiones el “Dios mío. Dios mío ¿porqué me has abandonad?”(Sal.22)
Es el grito de Jesús que agoniza en la carne de tantos masacrados que malviven en nuestro entorno, a nuestro lado,
No hágannos oídos sordos, es el mismo Dios que quiere hacerse oír: . “»Misericordia quiero y no sacrificios” (Oseas 6:6-7)
No olvidemos que precisamente en esta gran semana hay un día grande dedicado a la fraternidad, es el Jueves Santo en el que resuena el testamento de Jesús, su última voluntad:
«Amaos» que todos sean uno»
Sor Áurea Sanjuán