La situación socio política actual en la República Democrática del Congo, el aporte de la Iglesia local.

 


 

 El día 19 de enero, en nuestro monasterio de Torrent, tuvo lugar el encuentro de formación del Secretariado de Familia dominicana de Valencia y Torrent.  Los organizadores habían programado una jornada en torno a un tema que la Orden ya nos había indicado como punto de encuentro en la oración, a toda la Familia Dominicana: orar por la República Democrática del Congo. Para ello le habían pedido a Fray Fréoléric Mwindilay- Balekelay OP, dominico congoleño, que se encuentra en Valencia realizando un doctorado en Sagrada Escritura, en la facultad de teología san Vicente Ferrer,  que expusiera desde su propia experiencia la realidad de éste castigado país y la posición de la iglesia local frente a tanta injustica y dolor.

Durante 45 minutos nos habló de la realidad del Congo, su país, con afecto pero también con una emoción contenida, ante la situación tan dramática a la que las diferentes situaciones históricas, culturales, pero sobre todo políticas y económicas, ha llevado a un país con tanta riqueza a la pobreza extrema de carecer de todo. Como en tantas otras naciones, las multinacionales  han usurpado no solo la riqueza sino también la dignidad de sus habitantes, apoyadas por gobiernos que buscan y luchan única y exclusivamente por el poder, al precio que sea.

Después de la charla se abrió un debate en el cual se intercambiaron opiniones, se propusieron  objetivos y la manera como, desde nuestra realidad podemos realizar gestos que contribuyan a no colaborar con el consumismo que subyace en la economía de todas estas multinacionales. Tanto fray  Fédéric como el resto que compartimos ésta gran inquietud por todo lo que nos compartió, tuvimos la certeza de que el arma más poderosa será siempre la oración.

Finalizó el encuentro con la Eucaristía como punto de referencia, de encuentro y de fuerza en el camino que cada uno, desde nuestra realidad, recorremos con Cristo portadores del sueño de Domingo que vislumbró un horizonte mucho más amplio que las piedras de su Torreón de Caleruega y gracias a ese sueño hoy podemos proclamar las y los dominicos “la Voz de la Palabra” como un eco continuo de la Voz del Verbo, que se hizo Carne herida. Seamos esa fuerza misteriosa que arranca de la Palabra, se centra en la oración, en el estudio, se comparte en la comunión y se transforma en predicación, buscadora de esa Carne herida de Cristo que espera nuestra mano tendida, y nuestra vida entregada.

 

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