Organizamos encuentros de oración con cierta asiduidad, para prepararnos a los grandes acontecimientos que alimentan nuestra fe. Asisten un grupo de jóvenes llenos de inquietudes, a quienes les atrae todo lo relacionado con Jesucristo.
A ellos, estos encuentros les supone “encontrarse con su mejor amigo, con Jesús”. Reflexionan sobre los Misterios de fe y preparándose para la Pascua, en un momento de silencio ante la cruz, al verlo se dan cuenta de que la muestra más grande que van a tener, va a ser su entrega por nosotros. Alguna piensa: “al igual que Él se ha entregado por mi, yo también tengo que entregarme por Él y por los demás”. Otro expresa acerca de las reflexiones cuaresmales: “que han servido para apartarnos de nuestro día a día y aprender cómo acercarnos a Jesús”.
El encuentro, la oración, las reflexiones que meditamos con sabiduría sobre los cuarenta días de ayuno y abstinencia, con explicaciones profundas sobre porqué ayunamos y dejando clara la relación del ayuno y la conversión, todo englobado por cantos, les ayudan a prepararse y aprender sobre lo que hizo el Señor por nosotros en la cruz.
En concreto ha sido el principio de la conversión, decidiendo cómo buscarle esta cuaresma. Se nos dijo que hemos de poner a Dios en el centro de nuestra vida, buscarlo con un corazón sincero y apartando de nuestras vidas todo aquello que nos aleja de Él.