Durante todo el mes de septiembre, la Iglesia celebra el mes de la Santa Biblia y presta especial atención a la Palabra de Dios contenida en las Sagradas Escrituras.
Septiembre es considerado el mes de la Biblia (palabra griega que significa libros), debido a que el 30 de ese mes, es el día de San Jerónimo el que tiene nombre sagrado, y que de acuerdo a la historia fue un hombre que consagró toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, y fue quien estudio y realizó la traducción de la Biblia al latín.
En nuestro país y en muchos otros del mundo, todos los años, durante todo el mes de septiembre se realizan infinidad de actos y eventos religiosos, dedicados a la Biblia, ya que según la Iglesia Católica ese es el mes de las Santas Escrituras.
Este acontecimiento pudo constatarse con mayor aproximación el 1 de septiembre del pasado año, cuando el Papa Francisco en su homilía, realizada en la Capilla de Santa Marta del Vaticano, lanzó al mundo la siguiente frase: “No se anuncia el Evangelio para convencer con palabras sabias, sino con la humildad, porque la fuerza de la Palabra de Dios es Jesús mismo y sólo quien tiene un corazón abierto lo acoge”. Entendiendo que la Biblia es La Palabra de Dios y su Verbo, Jesucristo.
De acuerdo a lo anteriormente escrito, cabe entonces hacer una pausa para adentrarnos a conocer, reflexionar, encontrarle sentido y respuesta al encabezado de nuestro artículo ¿Por qué el mes de septiembre es considerado el mes de la Biblia?
Algunas referencias bibliográficas religiosas nos plantean que, para la iglesia y los católicos, septiembre es considerado el mes de la Biblia (palabra griega que significa libros), debido a que el 30 de ese mes, es el día de San Jerónimo, el que tiene nombre sagrado, y que de acuerdo a la historia fue un hombre que consagró toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, y fue quien estudio y realizó la traducción de la Biblia al latín.
San Jerónimo, un entregado estudioso y traductor de la Santa Escritura, nació en Dalmacia de la antigua Roma, cerca del año 340. Y desde muy joven estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato Elio, considerado el gramatics urbis Romae (gramático latino de Roma). Además, como un dedicado estudioso pasó muchos años leyendo y memorizando a grandes autores latinos como Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos como: Homero, y Platón. Gracias al estudio de estos, llegó a ser un gran latinista en aquellos tiempos.
La traducción de la Biblia por San Jerónimo al Griego, Hebreo y Latín, a finales del siglo IV, por encargo del Papa Dámaso, recibió el nombre de Vulgata, (Vg), es decir, (traducción divulgada o difundida entre pueblos), se mantuvo hasta su revisión en los años 1965-1978 por una comisión pontificia cuya intención fue la de ponerla acorde con el sentido de los textos bíblicos originales, donde las investigaciones y críticas modernas habían demostrado algunas disconformidades de interpretación en cuanto a lo trabajado por San Jerónimo. El resultado de estos nuevos aportes realizados por la comisión pontificia se le conoció como la Neo- Vulgata o texto bíblico oficial de la Iglesia Católica Romana de estos tiempos.
Podemos decir entonces, que gracias a este impresionante e importante aporte de San Jerónimo, quien murió en Belén el 30 de septiembre del año 420 a sus 80 años, la Biblia es la escritura más completa que recoge la palabra de Dios, a través de mensajes, testimonios, profecías, proverbios, salmos, reflexiones, epístolas, y demás; considerada hoy una fuente literaria irreemplazable de la religión Cristiana, conformada por 66 libros (39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento), que al paso de los tiempos ha sido escrita por más de 40 autores diferentes, desde el año 1500 A.C. hasta el año 100 D.C.; en tres continentes y en tres idiomas: Hebreo, Arameo y Griego. Y en la actualidad traducida a muchos otros idiomas en todo el mundo.
Esta Sagrada Escritura en su Antiguo Testamento contiene los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio. Además 12 libros históricos: (Josué, Jueces, Rut, Primero y Segundo de Samuel, Primero y Segundo de Reyes, Primero y Segundo de Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester. En la categoría de Poéticos están: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Dentro de los Proféticos, se encuentran los Profetas Mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y el libro de Daniel. Y en los denominados Profetas Menores están: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
En su Nuevo Testamento, encontramos los cinco libros históricos de: Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Hechos de los Apóstoles. Además, las denominadas Epístolas Paulinas que contienen los libros de: La Primera y la Segunda a los Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosense, La primera y la Segunda a los Tesalonicenses, Primera a Timoteo, Segunda a Timoteo, Tito y Filemón. Y dentro de la Epístolas No paulinas se encuentran los 9 libros de: Hebreos, Santiago, Primera de Pedro, Segunda de Pedro, Primera de Juan, Segunda de Juan, Tercera de Juan, Judas y Apocalipsis.
En ese sentido y siendo respetuoso de la multiplicidad de creencias e inclinaciones religiosas, a nuestro entender, La Biblia considerada por los católicos como La revelación de Dios, ha jugado un papel importante en la historia de las civilizaciones en el mundo, ha sido el fundamento principal de referencia para otras corrientes y denominaciones religiosas, y para muchas naciones en la evolución de los siglos.
Aportando a la formación de millones de personas; ha contribuido al conocimiento y la literatura, también ha sido texto referencial e inspirador para la realización de películas, ha sido la escritura referencial para los seguidores de la palabra de Dios y de su hijo Jesús, en la realización de múltiples obras y dramatizaciones religiosas. Sin desconocer también que este escrito milenario ha sido objeto de grandes polémicas e intensos debates en los escenarios científicos, religiosos e ideológicos a nivel mundial.