La gente busca a Jesús, quisieron nombrarlo rey, pero él se escabulló. Su reino no es como los de este mundo. Jesús desde la barca les ofrece su doctrina, su mensaje de salvación. Un mensaje que cambiaría el mundo, sus vidas. No tienen oídos para escuchar eso. Les interesa el pan, el pan de cada día, quieren que Jesús desde su poder de taumaturgo les ofrezca un signo, un signo como el que hizo Moisés en el desierto que con el maná libró a sus padres de la hambruna. «Danos de ese pan». Pero aquí hay alguien mayor que Moisés, no fue pan del cielo el que os dio Moisés, sino mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo.

Jesús que llama a las cosas por su nombre, les desenmascara. Me buscáis no porque veis en mi al enviado de Dios, no porque mis palabras dan sentido a vuestras vidas, no porque buscáis   a Dios. Venís a mi por conveniencia. porque os di de comer, queréis seguir comiendo de manera fácil. No os interesa un mundo más humano y mejor. lo que queréis es no volver a tener hambre.

También nosotros buscamos a Jesús. ¿Por qué?  Nos hablaron de Él, nos acercaron a Él gustamos de Él. Pero ¿realmente nos interesa su mensaje? ¿Nos acercamos a su Palabra buscando nuestra conversión o nuestra conveniencia o buen nombre? ¿Escuchamos y hablamos de su Palabra por inercia, porque así está bien en nuestro ambiente o círculo religioso en el que nos movemos?

En un mundo de realidades distorsionadas, en el que no sabemos dónde llega la verdad o la mera opinión. Acostumbrados a mentiras disfrazadas de sinceridad y coherencia.  Necesitamos al Jesús que es Verdad, que es Camino y que es Vida, un Jesús que destapa nuestras propias intenciones surgidas de no sabemos qué oscuras profundidades, inconscientemente manipuladas.  

Lo buscamos para nuestro provecho, para poder ser soberanos y reinar con Él, o ¿lo buscamos para aprender de él, la entrega generosa, la vida que construye cielos, reinos de Dios a nuestro alrededor? No trabajéis por el alimento superficial sino por el alimento que perdura para la vida eterna.

 

Jesús nos va dando las claves del verdadero seguimiento.  Ser seguidor de Jesús no se fundamenta en los pies, en correr tras sus huellas sino en el interior del corazón. El tener hambre no del pan de Moisés sino del autentico pan del Cielo. Hambre y sed de esa Palabra que nos describe y enseña cómo es el ansia que sólo puede ser saciada compartiendo. En las cosas de Dios no sacia el pan que se recibe sino el que se comparte.

                                                                                  Sor Aurea Sanjuán

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