Jesús avisa, pronto morirá. Todavía mozo cortarán la trama de su vida, le darán muerte como se la dan a un malhechor.
Parece profecía, pero no lo es tanto.
El futuro lo vamos construyendo con nuestro día a día y el de Jesús está claro, su quehacer diario irrita a los que detentan el poder, un poder supuestamente “divino” pero que en realidad y en el sentido más peyorativo, es humano.
Contradecir a quien está absolutamente convencido de que LA VERDAD es la suya y se siente obligado a defenderla, autorizado a imponerla sin advertir que la manipula a su antojo, trae malas y previsibles consecuencias. ¿Cómo no lo vio Pedro?
Su reacción, además de un profundo cariño y una incondicional
fidelidad hacia su Maestro, revela una gran decepción y una belicosa decisión a no perder las expectativas de un Mesías triunfador.
Es lo que Jesús le reprocha, piensa como los hombres.
¿Cómo pensamos nosotros? Sin duda alguna como Pedro, como los hombres.
Nuestra mirada es corta y nuestro pensar torpe. No entendemos a Jesús porque lo concebimos como Dios y nuestra imagen de Dios no concuerda con un ser tan débil y vulnerable que pueda ser ejecutado.
No pensar como Pedro, como los hombres, es reconocer en el Mesías no un ambicioso caudillo sino al siervo de Yahvé. No es el poder y la gloria sino la humildad y el servicio.
Pensar como los hombres le ha valido a Pedro el duro reproche de Jesús: “¡Apártate de mí, Satanás!”
Pero a continuación dirigiéndose a cada uno de los que pensamos como los hombres, incluido Pedro, la cariñosa invitación: «Si quieres venirte conmigo…»
Niégate a ti mismo, toma tu cruz, que es compartir la mía y no esas cruces tontas que te fabricas a impulsos de un yo maltrecho y egoísta.
Buscas en cisternas vacías, en arroyos secos y tienes que soportar la cruz de no poder apagar tu sed. Vente conmigo si estás sediento, vente conmigo si estás cansado y agobiado, tus ídolos te maltratan, el agua que te ofrecen está sucia y ponzoñosa. Vente conmigo y beberás en manantiales de agua viva y encontrarás descanso. Vente conmigo, solo tienes que cambiar tu mentalidad por la mía. Pensar como Dios sabiendo que sus pensamientos no son como los vuestros. Toma tu cruz, la tuya que es compartir la mía. Vente conmigo.
Sor Áurea Sanjuán Miró, OP