Los que rezamos la liturgia de las horas, al atardecer de cada día recitamos o cantamos el Magníficat de la Virgen María. Esta oración hoy va precedida por una antífona que dice: “María escuchaba la palabra de Dios y la cumplía, meditándola en su corazón”. Tres palabras de esta frase van a servirnos para adentrarnos en nuestra relación con Jesús de la mano de la Virgen: escuchar, cumplir y meditar.
Todos tenemos la experiencia de no poder escuchar cuando hay muchos ruidos en el ambiente en que estamos. Para escuchar a otro necesitamos silencio, tiempo y atención, pues se trata de acoger lo que el otro no quiere compartir. Cumplir supone un acto de libertad, elegir aquello que he escuchado y ponerlo en práctica. Meditar hace referencia a guardar las cosas en el corazón como el amante guarda al que ama, pensando en él, teniéndolo presente, vivo dentro de uno.
Estas tres palabras, cortas, sencillas, implican una manera de vivir; la forma de vivir de María y la de todo discípulo de Cristo. Y porque sabemos que no es nada fácil vivir así, recurrimos a María para que nos enseñe a escuchar a su Hijo que es la Palabra viva, el único que puede, por su Espíritu, ir capacitando a nuestro corazón para acoger su mensaje y vivirlo.
Sor Mª. Luisa Navarro, OP